13 de marzo
Sawa Dee Kap de nuevo!
He vuelto a Tailandia, pero lo
cierto es que este segundo viaje ha sido muy distinto. Lo primero, porque ahora
viajo solo y, aparte de que las sensaciones sean distintas, tienes libertad
absoluta para hacer cuanto quieras. Y en segundo lugar, porque en este segundo
viaje me he dirigido al norte, que está menos poblado; es algo menos turístico
y más "tradicional": casas y templos de madera tallados con mimo,
monjes budistas por todas partes y mucho más espacio para ver la naturaleza.
Los primeros dias los pasé en
Chiang Mai, la capital espiritual y cultural de Tailandia, disfrutando de
pequeñas cosas como leer, hacer deporte y demás. Pero el principal motivo por
el que emprendí el viaje es para aprender, así que decidí apuntarme a un curso
de meditación Vipassana (una técnica de meditación inventada por el propio
Buddha) que imparten en el monasterio budista de Wat Ram Poeng, a las afueras
de la ciudad. La decisión no es tan frugal como parece. Para dar el curso hay
que vivir y meterse de lleno en la vida del monasterio, una vida muy dura para
el que no esta acostumbrado: se duerme en cama dura (o suelo), hay que
levantarse a las 4, solo hay dos comidas sólidas al día (con 19 horas entre el
final de una y el inicio de la siguiente) y está prohibido hablar, leer,
escribir, fotografiar o cualquier otro hobby que sirva para entretenerse. Y,
entonces, qué es lo que sí puedes hacer?? pues meditar todo el largo día;
aprender más sobre el budismo y sobre la vida de los otros sufridos compañeros
de curso (bueno, hice unas cuantas trampas durante mi estancia...).
La meditación -según la entiendo
yo- consiste en concentrarse en una actividad muy básica, como, por ejemplo, tu
respiración, el sonido que te rodea o sentir distintos puntos del cuerpo y
tratar de que la mente no se vaya a otra parte. Naturalmente, es muy difícil
hacer esto sin que vengan pensamientos que te distraigan, y cuando vienen se
observan, se apuntan y se vuelve a la meditación. Suena de lo más aburrido
verdad? Pese a que puede ser así, al principio, es una técnica única para
conocerte, aclarar muchas ideas, relajarse y volver a conectar con el
presente... No es fácil de explicar. Al que le pique el gusanillo, que pruebe.
Los primeros días fueron muy duros:
aburrimiento extremo, músculos contracturados en casi la totalidad del cuerpo,
dolor, agotamiento físico y una pregunta que no deja de rondar la cabeza: con
la cantidad de sitios estupendos en donde podrías estar, qué demonios haces
aquí!?? Pero el sufrimiento que padeces en el monasterio no es trivial. El
budismo entiende que sufrir es una parte inevitable en nuestras vidas, además
de los problemas que tiene cada uno, están los traumas del pasado; el
desasosiego que crea la incertidumbre del futuro; la enfermedad; el miedo a la
muerte; el apego a los seres queridos cuando nos dejan; el deseo insatisfecho;
la expectativa frustrada... Uno casi se deprime solo con leer esto, no!?
Y qué sugiere el budismo para lidiar
con el sufrimiento? La aceptación de lo bueno y de lo malo que te ocurre en la
vida como una verdad objetiva. De esta manera no evitas el dolor, pero sí que
la mente se atasque dando vueltas y más vueltas al problema, impidiendo que
valoremos otros aspectos positivos de nuestras vidas y que estemos centrados en
el presente, apreciando los miles de detalles que están a nuestro alrededor y
que son las pequeñas cosas que nos dan la felicidad. Lo que escribo solo son
palabras y hace falta algo más para entenderlo.
Después de varios días en el
monasterio, según iba entendiendo que la mayor parte del dolor de mi cuerpo se
genera en la mente y conseguía dominar más a ésta a través de las meditaciones,
las contracturas, el cansancio y el dolor físico se fueron como por arte de
magia. Hasta disfrutaba de la vida monástica! Pero no!! No me rape la cabeza ni
me hice monje. Tras 15 días en el monasterio, decidí que había llegado el
momento de salir y exprimir al máximo la vida afuera.
Retomar la libertad sentó de maravilla
y, tras unos pocos días más en Chiang Mai, subí mi macuto a una moto que había
alquilado y me dirigí a través de la sinuosa carretera de montaña al destino
más recomendado del norte de Tailandia: Pai. Lo mejor de este pueblo/ciudad es
que congrega a un gran número (no excesivo) de grandes viajeros: gente que
lleva meses y años seguidos sin parar de viajar. Aquí no existe el miedo a
presentarse a cualquiera por las buenas e iniciar una conversación; de tal
manera que es fácil hacer amigos con los que ir a hacer una excursión al
fabuloso entorno natural que rodea a Pai: cascadas, cuevas, altas montañas... y
también un montón de cursos variopintos como cocina tailandesa, kung fu,
dibujo... La vida nocturna también es animada. Varios bares permiten que
cualquier viajero coja su instrumento y se suba al escenario a tocar (hay
gran cantidad de artistas y músicos entre los viajeros de aquí). Y la
consecuencia de todo esto es que los dias pasan volando. Y como también es
increíblemente barato (p. ej. dormía en un bungalow por 2,5 E y comía por 1 o
2) no tuve dudas en quedarme por aquí todo lo que pude.
Por suerte o por desgracia mi visa
tailandesa ya caduca, así que vuelvo a coger el macuto y llevo ahora mi mirada
a Laos, un pais del que me han hablado desde hace años como un sitio precioso,
habitado por gente sencilla y amable y preservado del turismo de masas, veamos
que tal!
Os dejo con un poema de Mario Benedetti muy inspirador
No te rindas, aun
estas a tiempo
de alcanzar y
comenzar de nuevo,
aceptar tus
sombras, enterrar tus miedos,
liberar el
lastre, retomar el vuelo.
No te rindas, que
la vida es eso,
continuar el
viaje,
perseguir tus
sueños,
destrabar el
tiempo,
correr los
escombros y destapar el cielo.
No te rindas, por
favor no cedas,
aunque el frío
queme,
aunque el miedo
muerda,
aunque el sol se
esconda y se calle el viento,
aun hay fuego en
tu alma,
aun hay vida en
tus sueños,
porque la vida es
tuya y tuyo tambien el deseo,
porque lo has
querido y porque te quiero.
Porque existe el
vino y el amor, es cierto,
porque no hay
heridas que no cure el tiempo,
abrir las puertas
quitar los cerrojos,
abandonar las
murallas que te protegieron.
Vivir la vida y
aceptar el reto,
recuperar la risa,
ensayar el canto,
bajar la guardia
y extender las manos,
desplegar las
alas e intentar de nuevo,
celebrar la vida
y retomar los cielos,
No te rindas por
favor no cedas,
aunque el frio
queme,
aunque el miedo
muerda,
aunque el sol se
ponga y se calle el viento,
aun hay fuego en
tu alma,
aun hay vida en
tus sueños,
porque cada dia
es un comienzo,
porque esta es la
hora y el mejor momento,
porque no estas
sola,
porque yo te
quiero.
MARIO BENEDETTI
Un fortísimo
abrazo a todos los que leéis el blog, hasta pronto!
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