jueves, 9 de mayo de 2013

ATERRIZANDO EN BANGKOK


17 de diciembre

Sawa Dee Kap!
Os doy la bienvenida al blog que me acompañara durante el viaje y en el que os contaré las impresiones, aventuras, reflexiones y anécdotas de los sitios que iré visitando.
Por si alguien no sabe muy bien de que va esto, el 12 de diciembre de 2012 comencé un viaje por el sudeste asiático, no tengo ni idea del tiempo que me llevara ni hacia donde exactamente, así que solo os puedo hablar de como o -mejor dicho- donde comienza esta historia: en Bangkok (Tailandia). También puedo decir que comienzo viajando con Borja, un amigo con todas las letras, grandes y en negrita, que tenía un tiempo libre en diciembre y enero y le pareció buena idea largarse conmigo a Tailandia.
Siempre he escuchado buenas anécdotas de la gente que había pasado por Bangkok, así que me pareció un buen sitio por donde comenzar. Para empezar es la capital de Tailandia con 14 millones de almas, la segunda ciudad más grande del país (Chiang Mai) tiene tan solo 200 mil habitantes, así que esto es un mundo aparte dentro incluso de la propia Tailandia. La ciudad la comparten rascacielos y casas humildes y el ritmo, en contra de lo que uno podría pensar de una mega urbe como esta, es bastante tranquilo, y es que con el calor que hace aquí poca gente tiene ganas de ir a la carrera.
Nos alojamos en la zona de mochileros: Kaoshan Road, una especie de Benidorm comprimida en la que miles de tailandeses intentan sacarnos hasta el último Baht que llevamos encima. Todo aquí está preparado para que los turistas sacien sus vicios, hay rica comida, buenas fiestas y la mayor concentración de prostitutas que he visto nunca. Pero más allá del lado oscuro de Bangkok, también hay otro lado mucho más bello, con imponentes templos Budistas, gente muy amigable (si no te acercas a aquellos cuya riqueza dependa de cuanta pasta le sacan al turista) y la posibilidad de conocer a otros muchos viajeros, cada cual con su historia.
La primera historia nos la conto Jensen, un noruego tan borrachuzo como parlanchín que iba en nuestro mismo avion camino a Tailandia a jubilarse junto a la familia que había hecho previamente en el lugar. Pawel, un filosofo de Polonia, se dirigía al sur en busca de un paraíso del buceo (Richelieu's Rock) y nos ayudó a situarnos un poquito en Tailandia, ya que en nuestro afán por improvisar todo no habíamos preparado nada del viaje y, al principio, estábamos algo descolocados. También conocimos a María, Lara, Aa, Puk, Oo (si, los tailandeses no se complican mucho con los nombres)...pero las mejores historias las cuenta sin duda El Caña, un granadino muy gracioso que lleva 3 meses viajando solo por la zona y cuyo presupuesto ajustado no le impide -es mas, le potencia- vivir grandes aventuras allá donde va.
En estos 6 días en Bangkok además de ver monumentos, salir de fiesta y demás, hemos ido adaptándonos poco a poco a la zona, al clima, a las costumbres de los amigables Thais -con los que no resulta nada fácil comunicarse-, a los precios...y bueno, cada vez resulta menos raro levantarse en Tailandia y no en mi cuarto en Madrid. Ahora iremos hacia el sur, donde nos esperan días relajados en islas tropicales. Os pongo aquí algunas fotos que he hecho en estos días:

Ah! Por si alguien se pregunta qué es eso de Ítaca, la historia viene de un poema muy chulo que habla de que lo importante es el camino y no la meta. Es mejor leerlo:

Cuando emprendas tu viaje a Itaca 
pide que el camino sea largo, 
lleno de aventuras, lleno de experiencias. 
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes 
ni al colérico Poseidón, 
seres tales jamás hallarás en tu camino, 
si tu pensar es elevado, si selecta 
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo. 
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes 
ni al salvaje Poseidón encontrarás, 
si no los llevas dentro de tu alma, 
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo. 
Que muchas sean las mañanas de verano 
en que llegues -¡con qué placer y alegría!- 
a puertos nunca vistos antes. 
Detente en los emporios de Fenicia 
y hazte con hermosas mercancías, 
nácar y coral, ámbar y ébano 
y toda suerte de perfumes sensuales, 
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas. 
Ve a muchas ciudades egipcias 
a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Itaca en tu mente. 
Llegar allí es tu destino. 
Mas no apresures nunca el viaje. 
Mejor que dure muchos años 
y atracar, viejo ya, en la isla, 
enriquecido de cuanto ganaste en el camino 
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje. 
Sin ella no habrías emprendido el camino. 
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado. 
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia, 
entenderás ya qué significan las Itacas.
K. Kauafis

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