6 de febrero
As-salaam-alaykum!
El destino o el
azar -si es que acaso no son lo mismo- me han llevado a un breve pero muy
intenso periplo por El Cairo, milenaria capital de una tierra cargada de
historia, cultura y misterio.
Llegué como
siempre, sin tener ni idea de qué se puede ver aquí (más allá de las pirámides,
claro!), la lengua, los precios, la cultura y la realidad de una situación
política que, si habéis estado al tanto de las noticias internacionales,
sabréis que es bastante agitada. No creo que haya mejor manera de llegar a un
sitio, porque, si tienes paciencia y fe en que todo termina saliendo bien (la
fe es muy importante para no asustarse y poder dejarte llevar), tienes todo por
descubrir, para asombrarte y para amar. Y claro, no todo siempre sale bien. A
veces nos pegamos un bacatazo y decimos "esto no me volverá a
ocurrir". Y aprender de los errores es tan importante como no tener miedo
a cometer nuevos, pues si dejamos de arriesgarnos acabamos yendo por la vida
con un escudo delante que nos impide ver la belleza del camino.
Como no iba a
estar mucho tiempo en El Cairo y quería sacarle el máximo provecho, contraté a
Ahmed, que lleva haciendo de guía desde antes de que yo naciera, para que me
enseñara la ciudad. Me enseñó mucho más. Los variopintos barrios de la ciudad,
las pirámides, iglesias, mezquitas, sinagogas o cualquier sitio que visitamos
es mucho más que un lugar bonito o agradable donde vamos a echar unas fotos; es
una reliquia que ha sobrevivido al tiempo y que, solo conociendo su
historia, las sensaciones que transmite y todo lo que gira alrededor de porqué
se hizo, adquiere un significado y entonces, estaremos en posición de valorarlo
como es debido.
Degusté un buen vino, pero no me bebí la botella y no hay
espacio aquí para escribir todos los lugares increíbles que hay que ver en
Egipto. Verlos sin prisa, al ritmo del país, parando para beber un té, fumar
shisha y hablar con el de la mesa de al lado. Como dicen aquí, si sabes parar
el tiempo, el día tiene 80 horas. Sí puedo hablaros de la impresión que da ver
las inmensas pirámides y el arte que contienen dentro las tumbas egipcias; de
descubrir que del antiguo egipcio ha sobrevivido algo más que sus monumentos;
de que hay mucho que aprender de cómo han convivido aquí cristianos, judíos y
musulmanes desde hace 2000 anos; de que las calles están cargadas de olores y
extravagancias y de que la gente que ha nacido en este cúmulo de elementos,
además de ser agradable y hospitalaria, tienen mucho que enseñar. Me quedo con
ganas -entre muchas otras cosas- de ir al desierto y aprender de él, pero igual
es mejor así, pues en esa experiencia inconclusa hallaré razones para volver insha'Allah.
En cuanto a la crisis y la tensión social que han
ahuyentado a los millones de turistas que deberían haber aquí (no hay mal que
por bien no venga, pues gracias a su miedo se puede ver todo sin aglomeraciones),
debo decir que, por lo que he visto, lo que me han explicado y por la tensión
que se siente en la calle, no hay peligro en visitar el país si evitas pasarte
por Port Said (una ciudad a 200km de El Cairo) y por la plaza Tahim (el
equivalente egipcio de la Puerta de el Sol cuando hay manifestaciones). Es
impactante como el país se está ahogando económicamente por la falta de turismo
y por el boicot financiero, energético y mediático de otros países de la zona
que estaban más cómodos con el antiguo y corrupto régimen de Mubarak (que
contaba con poderosos aliados como EEUU, Arabia Saudí e Israel). Las revueltas
que hay no son sino jirones desgarrados de una cuerda que está demasiado tensa.
En Egipto hay mucha boca para poco pan y, aunque el país cuenta con muchísimas
riquezas, éstas están muy mal gestionadas (por ejemplo, es un gran exportador
de petróleo y gas natural no refinado que luego tiene que importar refinado a
un precio mucho más elevado) y peor distribuidas. La primavera árabe trajo la
democracia hace dos años, pero no va a ser fácil para
los inexpertos dirigentes del país y su población afrontar los retos que tienen
por delante en medio de esta crisis económica y de un clima político en
perpetua inestabilidad.
Más allá de la política, de las imágenes de fanáticos
islámicos que salen en la televisión y de los viajes organizados que incluyen
visitas a las pirámides sin ensuciarse demasiado, Egipto y sus habitantes
tienen muchísimo que enseñar para el que se atreva. Yo
espero volver algún día a terminarme esa botella.
Estreno nueva camara (he cambiado mi vieja compacta por
una reflex) y aún no la domino mucho, pero ahí van algunas fotillos que se
salvan (http://www.youtube.com/watch?v=obJOUmElFcs):
Que la paz sea
contigo!
أليغريا
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