jueves, 9 de mayo de 2013

VIAJE ADENTRO DE LA MENTE Y DE NUEVO AL EXTERIOR (Chiang Mai y Pai - Tailandia)


13 de marzo

Sawa Dee Kap de nuevo!
 He vuelto a Tailandia, pero lo cierto es que este segundo viaje ha sido muy distinto. Lo primero, porque ahora viajo solo y, aparte de que las sensaciones sean distintas, tienes libertad absoluta para hacer cuanto quieras. Y en segundo lugar, porque en este segundo viaje me he dirigido al norte, que está menos poblado; es algo menos turístico y más "tradicional": casas y templos de madera tallados con mimo, monjes budistas por todas partes y mucho más espacio para ver la naturaleza.
 Los primeros dias los pasé en Chiang Mai, la capital espiritual y cultural de Tailandia, disfrutando de pequeñas cosas como leer, hacer deporte y demás. Pero el principal motivo por el que emprendí el viaje es para aprender, así que decidí apuntarme a un curso de meditación Vipassana (una técnica de meditación inventada por el propio Buddha) que imparten en el monasterio budista de Wat Ram Poeng, a las afueras de la ciudad. La decisión no es tan frugal como parece. Para dar el curso hay que vivir y meterse de lleno en la vida del monasterio, una vida muy dura para el que no esta acostumbrado: se duerme en cama dura (o suelo), hay que levantarse a las 4, solo hay dos comidas sólidas al día (con 19 horas entre el final de una y el inicio de la siguiente) y está prohibido hablar, leer, escribir, fotografiar o cualquier otro hobby que sirva para entretenerse. Y, entonces, qué es lo que sí puedes hacer?? pues meditar todo el largo día; aprender más sobre el budismo y sobre la vida de los otros sufridos compañeros de curso (bueno, hice unas cuantas trampas durante mi estancia...).
 La meditación -según la entiendo yo- consiste en concentrarse en una actividad muy básica, como, por ejemplo, tu respiración, el sonido que te rodea o sentir distintos puntos del cuerpo y tratar de que la mente no se vaya a otra parte. Naturalmente, es muy difícil hacer esto sin que vengan pensamientos que te distraigan, y cuando vienen se observan, se apuntan y se vuelve a la meditación. Suena de lo más aburrido verdad? Pese a que puede ser así, al principio, es una técnica única para conocerte, aclarar muchas ideas, relajarse y volver a conectar con el presente... No es fácil de explicar. Al que le pique el gusanillo, que pruebe.
Los primeros días fueron muy duros: aburrimiento extremo, músculos contracturados en casi la totalidad del cuerpo, dolor, agotamiento físico y una pregunta que no deja de rondar la cabeza: con la cantidad de sitios estupendos en donde podrías estar, qué demonios haces aquí!?? Pero el sufrimiento que padeces en el monasterio no es trivial. El budismo entiende que sufrir es una parte inevitable en nuestras vidas, además de los problemas que tiene cada uno, están los traumas del pasado; el desasosiego que crea la incertidumbre del futuro; la enfermedad; el miedo a la muerte; el apego a los seres queridos cuando nos dejan; el deseo insatisfecho; la expectativa frustrada... Uno casi se deprime solo con leer esto, no!?
Y qué sugiere el budismo para lidiar con el sufrimiento? La aceptación de lo bueno y de lo malo que te ocurre en la vida como una verdad objetiva. De esta manera no evitas el dolor, pero sí que la mente se atasque dando vueltas y más vueltas al problema, impidiendo que valoremos otros aspectos positivos de nuestras vidas y que estemos centrados en el presente, apreciando los miles de detalles que están a nuestro alrededor y que son las pequeñas cosas que nos dan la felicidad. Lo que escribo solo son palabras y hace falta algo más para entenderlo.
Después de varios días en el monasterio, según iba entendiendo que la mayor parte del dolor de mi cuerpo se genera en la mente y conseguía dominar más a ésta a través de las meditaciones, las contracturas, el cansancio y el dolor físico se fueron como por arte de magia. Hasta disfrutaba de la vida monástica! Pero no!! No me rape la cabeza ni me hice monje. Tras 15 días en el monasterio, decidí que había llegado el momento de salir y exprimir al máximo la vida afuera.
Retomar la libertad sentó de maravilla y, tras unos pocos días más en Chiang Mai, subí mi macuto a una moto que había alquilado y me dirigí a través de la sinuosa carretera de montaña al destino más recomendado del norte de Tailandia: Pai. Lo mejor de este pueblo/ciudad es que congrega a un gran número (no excesivo) de grandes viajeros: gente que lleva meses y años seguidos sin parar de viajar. Aquí no existe el miedo a presentarse a cualquiera por las buenas e iniciar una conversación; de tal manera que es fácil hacer amigos con los que ir a hacer una excursión al fabuloso entorno natural que rodea a Pai: cascadas, cuevas, altas montañas... y también un montón de cursos variopintos como cocina tailandesa, kung fu, dibujo... La vida nocturna también es animada. Varios bares permiten que cualquier viajero coja su instrumento y se suba al escenario a tocar  (hay gran cantidad de artistas y músicos entre los viajeros de aquí). Y la consecuencia de todo esto es que los dias pasan volando. Y como también es increíblemente barato (p. ej. dormía en un bungalow por 2,5 E y comía por 1 o 2) no tuve dudas en quedarme por aquí todo lo que pude.
Por suerte o por desgracia mi visa tailandesa ya caduca, así que vuelvo a coger el macuto y llevo ahora mi mirada a Laos, un pais del que me han hablado desde hace años como un sitio precioso, habitado por gente sencilla y amable y preservado del turismo de masas, veamos que tal!

Os dejo con un poema de Mario Benedetti muy inspirador 
No te rindas, aun estas a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.
No te rindas, que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque la vida es tuya y tuyo tambien el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero.
Porque existe el vino y el amor, es cierto,
porque no hay heridas que no cure el tiempo,
abrir las puertas quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron.
Vivir la vida y aceptar el reto,
recuperar la risa, ensayar el canto,
bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas e intentar de nuevo,
celebrar la vida y retomar los cielos,
No te rindas por favor no cedas,
aunque el frio queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque cada dia es un comienzo,
porque esta es la hora y el mejor momento,
porque no estas sola,
porque yo te quiero.
MARIO BENEDETTI
Un fortísimo abrazo a todos los que leéis el blog, hasta pronto!

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